Partido Popular o cómo manipular emociones

La política contemporánea a menudo se ve envuelta en estrategias que buscan impactar en las emociones de los votantes en lugar de ofrecer soluciones sustanciales a los problemas de la sociedad.

En este contexto no extraña ver como ante casos claros de corrupción algunos partidos plantean estrategias comunicativas que pasan por: la distorsión de la realidad, la manipulación de los vínculos políticos más emocionales y una clara batalla a los análisis racionales.

Esta manipulación emocional en política se desarrolla de diversas formas: desde discursos repetitivos carentes de cualquier dato racional y solo cargados de retórica emotiva… hasta la construcción de redes clientelares de comunicación que apuestan exclusivamente por campañas diseñadas para generar respuestas sentimentales.

Importante entender que la una sin la otra no se desarrollaría de manera correcta. Y por ello no extraña ver como aquellos partidos que apuestan por la manipulación emocional trabajan estos dos contextos en paralelo: mensaje emocional y red comunicativa clientelar.

“Para muchos políticos y ciudadanos resulta adictivo e inquietante vivir en una vacía campaña permanente”
_ Toni Aira

Es crucial, por ello, examinar dónde algunos partidos y políticos aprovechan esta conexión emocional para obtener y mantener un apoyo electoral mayoritario. Por cuanto, este apoyo electoral, se construye (con indudable peligro para las democracias) a expensas de un análisis racional y crítico por parte de los ciudadanos.

En España es esencial por ello identificar y señalar como principal sujeto de esta forma de entender la política al Partido Popular. No dejando de ser, su aplicación por parte de la derecha española, una derivada del mismo uso que hacen otras formaciones de derechas, las de perfil más populista, en otras democracias del mundo.

La apuesta del Partido Popular, en España, por una narrativa basada en el miedo, la lucha de bloques, la hipérbole constante en el mensaje y el relato único de amigos Vs enemigos es indudable, y solo busca sustentar su estrategia política en la indignación o la falta de esperanza. En este contexto es complicado verlos abordando la política española desde el análisis de los problemas y el planteamiento de soluciones racionales.

“Los políticos saben que polarizar logra movilizar y fidelizar, en este orden”
_ Antoni Gutiérrez-Rubí

Uno de los riesgos inherentes a esta táctica es que desvía la atención de los ciudadanos de cuestiones fundamentales. Y los focaliza hacia reacciones emocionales instantáneas. ¿Por qué esta apuesta? Es indudable que los políticos que buscan aprovecharse de las emociones de los votantes tienen en mente evitar rendir cuentas por su incapacidad en la gestión o por sus casos más polémicos de corrupción o déficit democrático. Hay una clara intención de debilitar dentro de la sociedad la calidad del debate político y la toma de decisiones informadas.

Un ciudadano informado es un ciudadano que toma sus decisiones desde el análisis racional. Y esta es una realidad que NO PUEDEN PERMITIRSE quienes abogan por la política basada en las emociones. No pueden permitirse que las relaciones entre políticos y votantes se basen en la confianza y la transparencia. No pueden permitirse el no generar contextos donde, cosechar la explotación de las emociones, sea la única prioridad política.

Ponemos el acento en que los ciudadanos deberían ser conscientes de estas tácticas que buscan manipular sus sentimientos, y esperamos que lleguen a exigir un discurso político que se centre en argumentos racionales y propuestas concretas.

¿Pero cómo van a lograr esto si viven rodeados de una red comunicativa clientelar al servicio de la manipulación emocional y política?

Hablamos de fomentar una educación cívica que desarrolle la capacidad crítica de los ciudadanos para discernir entre la retórica emocional y las políticas efectivas.

¿Pero cómo fomentar esta educación cívica si las propias instituciones, en manos de quienes solo desean una ciudadanía esclava a las emociones, desarrollan políticas que van en dirección contraria a estos objetivos?

Debemos ser conscientes de que deben ser los votantes, con su voto, los únicos que tienen el poder de cambiar el enfoque político al rechazar las tácticas manipuladoras y respaldar a líderes que priorizan la honestidad y la responsabilidad.

Para ello es necesario insistir en construir una sociedad que reconozca y critique la manipulación emocional en la política. Ya que, al hacerlo, podremos avanzar hacia un sistema político en el que la conexión entre políticos y votantes se base en la confianza, el entendimiento y el compromiso con soluciones pragmáticas en lugar de meras emociones superficiales.

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