Sesgos que influyen a la hora de votar [Lista]

A las personas nos gustaría tomar decisiones como un ordenador: valorando todas las posibles alternativas de manera objetiva y tomando en consideración todos los datos. Pero, siento decírselo, no podemos…. No tenemos ni tiempo, ni ganas. Por eso tomamos atajos mentales.

Hemos aprendido a tomar decisiones de manera más rápida: archivando patrones y asociaciones que recogemos de nuestro entorno social o familiar; tomando decisiones rápidas e inconscientes; dando la espalda a la objetividad y, sin saberlo, discriminando un tipo de decisiones a favor de otras.

Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalidad, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.

 

Una de las charlas que ofrecí en el mundo comercial, mi otra faceta profesional, estaba relacionado con los sesgos cognitivos aplicados a los procesos de venta. Y en muchos aspectos no se diferencia de los sesgos que influyen a la hora de votar. 

Es cierto, y así he podido comprobarlo, que los sesgos aplicados al mundo comercial pueden ser trabajados y atenuados para mejorar los procesos de venta. Y sin embargo, los sesgos que influyen en los procesos de decisión de voto, acorralados por las ideologías, complican bastante su posible desactivación. 

No quita esto lo necesario de conocer, identificar y, en la media de lo posible, trabaja en el contexto político estos sesgos cognitivos.

Hagamos una lista de esos sesgos más presentes en la decisión de voto, y te invito a reflexionar para cada uno de ellos soluciones para contrarrestarlos:

Analizar la información que recibo en base a ejemplos sencillos o sucesos impactantes, distorsionando con ello la frecuencia real de los acontecimientos. Convertimos en relevante (políticamente) lo que nos venden de manera impactante (aunque sea un suceso casual o minoritario). La influencia de la televisión en este sesgo es innegable.

Sentimos aversión al cambio por tener más miedo a las pérdidas que a los posibles beneficios. Y es que la utilidad esperada no es equiparable a la incertidumbre que genera un perdida. El cambio solo está para valientes.

Renunciamos a buscar datos de las personas y nos limitamos a fijarnos en su apariencia para hacernos una imagen de él. Es lo que llamamos efecto halo: generalización errónea a partir de una sola característica o cualidad de una persona.

Moldeamos nuestras creencias, las interiorizamos y las confirmamos, para después simplificar nuestra interpretación de la realidad en base a si se amolda esta o no a nuestras creencias. Ideología en estado puro. 

¿Cuántas veces vimos a políticos y partidos rivales hablando de un mismo tema y, sin embargo, parecer que nos describían dos realidades diferentes? ¿Es lo mismo crisis que desaceleración? ¿Publicar el número de parados que las altas en la seguridad social? Es un efecto psicológico por el cual la misma información presentada de formas distintas dará lugar también a conclusiones diferentes. Es decir, dependiendo de cómo presentamos la información, y su marco, alterará la opinión final.

En la decisión del voto tomamos dos atajos: hacer lo que creemos acorde a nuestro grupo social y hacer lo que por defecto realicé en ocasiones anteriores. Se evitan conflictos y nos sentimos seguros. Estos dos atajos mentales son auténticos obstáculos para lograr cambios de tendencia en el voto en zonas donde una marca política tiene arraigo social y permanencia en el tiempo.

Dos datos reales y unas fuentes oficiales, los relacionas (aunque no tengan ninguna relación)…..y ´bualá´……..ya tienes una correlación ilusoria de datos que damos por buena sin preguntarnos nada más. Es interesante visitar esta web para ver algunas relaciones de datos absurdas pero que tienen toda la apariencia de reales: Spurious Correlations

Ponemos el foco en lo que nos interesa. Eso hace que, de manera inmediata, solo veamos la realidad en base a ese foco. Nuestros problemas concretos los convertimos en causa general, aunque nuestro problema sea minoritario. Es difícil trabajar (políticamente) a una base social influenciada por ´su´ asunto concreto y es una de las principales razones por la que se puede perder el control de la agenda política ¿Lo aplicarías a la gestión política de la pandemia? ¿Cuántos gobiernos pusieron el foco en la salud y cuántos lo pusieron en donde detectaron que los ciudadanos querían estar: ocio y economía? 

En relación con el anterior está el sesgo de proyección: una propiedad psicológica, por la cual “una persona piensa que otros tienen sus mismas prioridades, actitudes o creencias, incluso cuando esto es poco probable”. Uno de los principales problemas que genera es lo que muchos autores llaman “brecha de empatía”: la incapacidad de ponerse en la situación del otro o incluso de analizar tu propio futuro en base a las decisiones que tomas en la actualidad. 

Es uno de los sesgos que se consideran de influencia colectiva. Afecta a grupos de personas que comparten una relación de autoridad (moral, intelectual o ideológica) con respecto a un liderazgo político concreto y muy personalizado. El colectivo eleva la opinión de esta persona  a “dogma de fe”, haciendo irrelevante cualquier otro planteamiento que surja. No se valora el error del planteamiento o cualquier otro aspecto legal y/o ético. Se asume y sigue lo que el “líder político” expresa sin cuestionar sus objetivos o métodos. 

 

Una sociedad democrática mejora su calidad y avanza en la medida que estos sesgos van perdiendo su clara influencia en la decisión de voto. Siempre estarán presentes, pero lo importante es cuantificar en qué medida.

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