Aristóteles nos definía a los hombres como “animales políticos”, lo que choca con la nueva realidad social que pregona lo “positivo” de la apolítica o la abstención ideológica.
¿Y por qué choca?
Es difícil pretender una democracia que no entiende que el ser de una sociedad democrática requiere de un mínimo de organización política. Y que esta organización política no es posible sin organizaciones formales (y reales) que agrupen a las personas en este complejo ecosistema.
Esas organizaciones formales no son otras que: los partidos políticos.
El partido político es el instrumento que se conceden las sociedades democráticas para favorecer la participación ciudadana. Un participación que se formula desde las ideologías y los intereses compartidos.
Son organizaciones muy básicas desde un punto teórico: dirección política, aparato político y militantes. Pero complejos desde la perspectiva de las funciones que tienen encomendadas: cauce de opinión hacia las instituciones, herramienta electoral, respaldo del gobierno u acción de oposición al mismo,… funciones diversas que en su conjunto dan sentido a los partidos políticos. Y en su realidad final, como organización imprescindible de las democracias, son el pilar básico para su sustento.
Pero las sociedades avanzan, y más allá de las definiciones elementales, las organizaciones políticas están obligadas a avanzar con los tiempos.
Es el momento de una ciudadanía que dice: confío en tu causa, por lo tanto, confío en ti o en tu grupo
¿Qué nuevas tendencias afectan a las organizaciones políticas?
La segmentación de la población en base a sus intereses no deja de ser un primer reto para las democracias ¿Cómo colmo las expectativas de tanta diversidad de intereses? ¿Y cómo gestiono la capacidad que tienen estos segmentos, por muy pequeños que sean, de organizarse en red fuera del ecosistema político formal? Las redes y el trabajo en red llegaron para cambiar la forma y la capacidad de influir de las organizaciones políticas: ya no tienen el monopolio, pero es que, si acaso, no son ya ni tan siquiera los líderes de opinión preferentes (ni preferidos).
Para empezar la sociedad actual rechaza las estructuras verticales que tanto les cuesta abolir a las organizaciones políticas. Hoy vivimos tiempos de colaboración y organización horizontal. Con planificación transversal y acción transversal.
Es el momento, nos reclama el experto comunicador político, Antoni Gutiérrez-Rubí, de comprometernos con las redes y no con las sedes. Nos dice que son tiempos de causas compartidas: “Confío en tu causa, por lo tanto, confío en ti o en tu grupo”
El propio Gutiérrez-Rubí daba una interesante charla en la Fundación Telefónica sobre “La transformación digital y móvil de la comunicación política” en la que plasmada siete ideas sobre el comportamiento de los dispositivos móviles y su efecto en la actividad política.
Os dejo los apuntes que recogí para aquella charla y que son un resumen de propuestas del consultor político que hoy siguen muy vigentes:
>> "La publicidad electoral tiene los días contados o al menos su coste respecto a lo que aporta irá perdiendo peso". En lo regional y lo local, ante una falta de medios de comunicación con capacidad masiva y real de influencia, habrá que seguir apostando por tener medios propios "informativos" que apuesten por combinarse con medios locales y regionales específicos ... a la par que se impulsa una comunicación segmentada que haga uso de las NNTT con intención de que las tasas de retorno , respecto a los recursos dedicados, sean los más apropiados.
>> "De las sedes a las redes". Una sociedad conectada en red que se construye y participa en comunidad es incompatible con una visión política del espacio geográfico limitado, el grupo cerrado o la figura del militante tradicional que escucha y no participa. En el ámbito municipal la creación de bases de datos de simpatizantes se convierten en objetivo prioritario de la campaña permanente por la que apuesta el político del siglo XXI.
>> "De las consignas a las ideas...a las ideas propias y a las creativas". Pasamos de un militante que repite mensajes, cuya lealtad se mide en base a la capacidad de aplaudir el discurso y en el número de veces que es capaz de repetir el mensaje, a una persona que tiene capacidad de añadir, moldear, crear ideas. Hablamos de partidos que fomentan esa participación y que apuestan por difundir su mensaje dando libertad a sus simpatizantes ... libertad que busca aprovechar las inercias más positivas de quienes dan el paso al activismo político.
>> "De la militancia al activismo". Del seguidismo a una idea, una campaña o un mensaje pasamos al activismo de militantes o simpatizantes que difunden tu campaña con la libertad de poder moldear el mensaje inicial. Al activista no se le dice lo que tiene que hacer o decir...se le da la información, se le dan herramientas, se le motiva y, él mismo, genera una campaña que suma en el resultado final. En la estrategia transmedia el activismo que crea comunidad y que difunde el relato inicial es una realidad sin la que no podemos hablar de haber superado la estrechez de miras de la comunicación 1.0 del siglo XX.
>> "De la televisión a la multipantalla". En el ámbito local, regional o sectorial no tenemos ese "minuto de televisión" con el que los grandes partidos nacionales esperan marcar el ritmo electoral. Sin embargo, y por eso mismo, debemos tomar conciencia que en nuestra comunicación política actual los grandes medios de prensa o televisión no deben ser nunca nuestros objetivos. Apostar por diferentes plataformas que se coordinan y cooperan a través de conversaciones que apuestan por la difusión del mensaje debe ser nuestra apuesta por el éxito.
>> "De los especialistas a las multitudes inteligentes". Crear grupos de trabajo más o menos amplios donde compartimos ideas, se toman decisiones colaborativas y asumimos juntos la estrategia y acción final.
>> "Casas o causas". Superar la imagen de marca para apostar por las causas que abanderan una u otra formación política o una u otra persona. Confío en tu causa, por lo tanto, confío en ti o en tu partido.
¿Cómo abrirnos a las nuevas formas de participación?
El compromiso orgánico en estos nuevos tiempos implica nuevas formas de organizarse, trabajar en equipo, innovar en los procedimientos….
- Necesitamos organizaciones abiertas a la participación real: lo que incluye abrir la participación a la toma de decisiones importantes.
- Tenemos que hacer una apuesta clara por el trabajo en equipo.
- Ponemos el acento sobre la calidad de los procesos y, en consecuencia, asumimos que nuestros resultados pueden llegar de manera más lenta.
- Nuestros recursos materiales y humanos son la suma de los que aporta cada uno de los miembros a la organización: voluntarismo y compromiso participativo.
- Hay un compromiso por dar respuesta a los deseos de participación de los activistas: y lo hacemos respetando sus motivos y adaptándonos a sus capacidades.
- La participación debe producirse en todos los niveles.
- Voluntarismo no significa improvisación en los procesos, mejoramos calidad de las aportaciones voluntarias en tiempo o recursos.
- Buscamos una organización transversal, horizontal, abierta, plural y transparente.
Esto nos obliga a:
- Crear procesos que permitan la toma de decisiones de manera conjunta y múltiple sin límites en el número de participantes o en la dimensión funcional / territorial.
- Valorar las actuaciones y propuestas desde el prisma del EQUIPO. Rechazando las individualidades.
- El proyecto se diseña, decide y planifica en equipo.
- Informar y comunicar cohesiona al grupo, y trabaja la sensación de pertenencia entre sus miembros.
- Las delegaciones de funciones se hacen con un doble compromiso de disponibilidad: el que cede las funciones y el que las acepta.
Pirámide de la participación política
En consecuencia, en las organizaciones políticas, atendiendo a las nuevas formas de participación, marcamos niveles diferentes de compromiso en relación a los activistas.
De esta forma la organización asume retos para cada uno de estos niveles, y compromisos con quienes se identifican con ese nivel de participación. Todo esto, con intención de mejorar la cohesión y la pertenencia a la causa, el equipo, el proyecto o los objetivos compartidos.
Consideramos cinco niveles, siendo el nivel 5 la base de la pirámide y el nivel 1 el de máximo compromiso y participación:

Tengo acceso a la información. Nivel más bajo de compromiso, pero igualmente importante. Es la base de la pirámide organizativa. Debe trabajarse con el uso correcto de nuevas herramientas de comunicación y sin dejar de lado un necesario ´feed back´.
Opino y soy consultado. Hay un parte del nivel 5 que quiere dar un paso más, y solicita participar en los debates, opinar y ser consultado. Aunque seguirá estando lejos del concepto de ´participación activa´, avanza hacia un compromiso real hacia la organización política.
Un paso más, cuando deciden hacer propuestas. Es el momento de proponer, e implica una organización con capacidad de escucha, que moldea y asume ideas.
Es el momento de tomar decisiones dentro de la organización, con las que me comprometo y me implico.
Actúo de manera directa, y junto con el nivel 2, los niveles de mayor compromiso a nivel orgánico. Implican acuerdos claros en la forma en cómo se va a producir esta colaboración con intención de evitar malos entendidos, dejadez en las funciones o mala praxis organizativa.
Pues bien, la pregunta que me hacen en este momento es siempre la misma: ¿Y cómo consigo que entren en esta pirámide organizacional? Aunque solo sea en su base.
Y mi respuesta es siempre también la misma: para que quieran participar, deben tener una motivación.
Debemos por ello comprometernos y trabajar por generar esa motivación.
Una vez logramos captar su atención, e incorporados a la base de la pirámide. Y atendiendo a que, a pesar de la motivación y las ganas de participación, la tasa de abandono en este nivel es muy alto,… debemos implicarnos en un nuevo compromiso: acompañarles en una fase inicial de formación, adaptación y conocimiento de la organización política y lo que esta implica para la sociedad en la que está inmersa.
Todo lo que estamos expresando tiene una consecuencia lógica.
Tenemos que plantear una organización en la que los cauces de participación y debate estén claros. Y para ello debemos nosotros tener clara nuestra organización interna: nivel estratégico, nivel táctico y nivel operativo.
En conclusión.
Nadie puede asumir el coste que tiene para una organización política estar alejado del mundo actual, ni de lo que hoy impregna su realidad comunicacional a nivel político.
Asumimos el reto, y por ello, nuestra planificación estratégica, nuestros nivel operativo y táctico, nuestro día a día; son reflejo (deben serlo) de cada uno de los principios fundamentales que rigen esta nueva realidad, estos nuevos tiempos y estas nuevas formas de la acción política.



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